marzo 30, 2005

El sueño de hoy

Después de sufrir –una vez más– el cansado asco que generan los seres que no saben vivir, todo lo que quiero es alejarme de las personas, de todo ser viviente que envenena.

Hoy sólo sueño con esta imagen y ese hombre que se me esconde compartiéndola conmigo...

hendayanieve

hendaia2

marzo 17, 2005

What's growing in your hand?

1. Rhinovirus (can cause cold)
2. Ardenovirus (may cause conjunctivitis and other eye infections)
3. Shingella (can cause cramps and bloody diarrhea)

[¿Qué está cultivandose en tu mano?

1. Rhinovirus (puede causar resfriado)
2. Ardenovirus (puede causar conjuntivitis y otras infecciones en los ojos)
3. Shingella (puede causar cólicos y diarrea con sangre)]

No hope

While a person's happiness fluctuates, everyone has a naturally set level of happiness much like body weight.

So if you're generally an unhappy person, get used to it!

[A pesar de que la felicidad de una persona fluctua, todos tenemos un nivel natural de felicidad, parecido al peso corporal.

Así que si eres una persona generalmente infeliz ¡Acostúmbrate!]

marzo 14, 2005

I´m a big girl!

Los días han pasado en una extraña dimensión en la que todo ha sido maravilloso, divertido y ligero. Y yo, siguiendo la corriente, he disfrutado mucho de esta normalidad, me he dejado llevar por ella y no puedo mas que sonreir. Y sonrío, más que por otra cosa, porque he descubierto que puedo ser una niña grande y hablar, comportarme y sentir como tal. Me he dado a mi misma una lección de sobrevivencia y la he pasado, dignamente, sin enredos cerebrales ni nudos emocionales. Me encuentro bastante orgullosa de mi, porque tomé la decisión real y consciente de quedarme con lo bueno de las personas, de quererlas como son, como sea que actúen, como hablen o como sientan. Yo sé lo que siento y no hay palabras o actitudes que me quiten ese sentimiento, si esas personas quieren luchar contra mi cariño y mi olvido, pues lo siento, por ellas, me duele ver que se consuman y gasten su energía levantando paredes, y me duele porque los quiero, porque decidí hacerlo y no cambiarlo por nada.

El ciclo de malos entendidos, chismes, enredos, dolencias, odios, dudas y demás se revuelca e intenta sobrevivir a base de una agresiva y contagiosa enfermedad contra la cual he decidido vacunarme. Sólo lamento que esa persona que amo tanto no tenga las vacunas necesarias y su salud se vea gravemente afectada. Quisiera poder hacer algo por él, pero tendré que conformarme con no perder la sonrisa, que por derecho propio, hoy, porto orgullosa.

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así que... adiós

marzo 08, 2005

Día Internacional de la Mujer

Ahí está, para que al menos sepamos por qué existe un Día de la Mujer, no lo inventó Hallmark para vender tarjetitas como el día del amor y la amistad, ni Televisa para hacer programas especiales con Alfredo Adame para el día de la familia (¿?). Nos guste o no, creamos en ellos o no, los festejemos o no, al menos hay algunos días que significan algo:

"En 1975 las Naciones Unidas establecieron el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en conmemoración a un trágico accidente. El 8 de marzo de 1908 en Nueva York un gran número de mujeres, que protestaban en una fábrica textil ante los abusos patronales y por mejores condiciones laborales, fueron despedidas. Por ello se encerraron y se declararon en huelga. Repentinamente se produjo un incendio provocado y 129 obreras murieron en su lugar de trabajo. Desde entonces mucho camino ha recorrido el movimiento de mujeres con viejas y nuevas luchas; problemas viejos y nuevos... encarados cada vez con mayor energía, legitimidad y convicción para afirmar el derecho a la ciudadanía plena y a la participación en igualdad de condiciones, en todos los ámbitos."

marzo 07, 2005

...recuerdos de América

Y así cantábamos en ese entonces:

"La tía de Durini
se murió
y Lencho muy ojete
no nos avisó

El reven de Puebla
se canceló
y ahora en Cuernavaca
canto yo

La Roca muy temprano
se levantó
creyó que eran las 12
y se bañó

El wey al darse cuenta
de su error
volvió a quedar dormido
y nunca despertó"

2000

Mil pedacitos

Un día por la mañana, en el trinchero del comedor, la pequeña taza de porcelana abrió los ojos sólo para darse cuenta de que se había roto en mil pedacitos. El dolor era intenso y continuo. No podía moverse, el pedacito donde latía su corazón estaba muy lejos de los demás. No sabía muy bien qué fue lo que la golpeó, debió haber sucedido mientras dormía, recordaba la sensación de una pesadilla, pero no podía recordar los detalles, sólo el dolor que la invadía. Con la poca fuerza que encontró en ella logró acercarse a otros pedacitos y unirse caóticamente a ellos, quería rearmarse, pero no encontraba la forma. Los mil pedacitos que alguna vez la conformaron estaban regados por toda la vitrina y no podía entender el orden en el que debían colocarse. Aún no entendía como es que no había muerto, era incomprensible para su pequeño cerebro que, por cierto, había logrado ya reunir con el resto de las piezas que la estaban manteniendo. No había avanzado mucho, aún era un trozo deforme de porcelana que apenas asemejaba una tacita, formada por unos cuantos pedacitos de lo que era, desacomodados y dolorosamente sostenidos por una pequeñita luz de esperanza. Cansada, confundida y muy adolorida, la tacita decidió sentarse a esperar a que alguien viniera en su ayuda, no era el mejor plan, pero al menos sí el menos doloroso, ya que el trocito que contenía su corazón estaba severamente despostillado y lo atravesaba una horrible cuarteadura; además el pedacito con su cerebro estaba claramente fuera de su lugar, lo cual lo hacía todo más difícil de razonar. No podía planear una estrategia de sobrevivencia, así que esperó, lanzando varios gritos de auxilio, sin respuesta.

La tacita había entrado ya en un estado profundo de desesperación en el que pedía ayuda entre lágrimas mientras intentaba recolectar más piezas y colocarlas lo mejor posible en el lugar que les correspondían, pero las lágrimas y el dolor le nublaban la vista, y con la razón fuera de lugar, las cosas se iban complicando cada vez más. Poco tiempo después hubo una respuesta a sus gritos, otra taza se acercó para ver qué era lo que pasaba. La tacita la conocía y quería mucho, eran compañeras de vitrina, pero las habían separado por un tiempo. Era una taza de cerámica blanca, muy bien moldeada y sin adornos, era claro que se había roto ya en algún momento porque le faltaba el asa y estaba llena de cuarteaduras. Ella intentó ayudarla a recolectar más piezas, pero como estaba tan sensible a los golpes no logró encontrarlas todas ni acomodarlas como se debía; aunque, eso sí, llevó pegamento, el mismo que ella había usado para repararse a sí misma. Esto ayudó mucho a la tacita, que ya lograba ponerse en pie para seguir buscando las piezas faltantes, aún le faltaban muchas y su cerebro estaba aún fuera de lugar.

Al poco tiempo apareció un cuchillo para ofrecer su ayuda. La tacita lo conocía bien, habían compartido un cajón hacia ya tiempo, era un cuchillo fuerte, de buen aluminio y, aunque un poco viejo, aún brillaba. El cuchillo recolectó las piezas que creía más importantes para rearmar a la tacita y comenzó a colocarlas, pero esto no le gustó a la tacita y recordó por qué le tenía miedo al cuchillo, porque era muy filoso y la estaba lastimando; además de que era muy necio e insistía en usar otro pegamento mejor y colocar las piezas donde la tacita no las quería. Entonces, la tacita decidió dejarlo ayudar a la colecta de las piezas, pero no a pegarlas, así las cosas funcionaron mejor.

Con dos aliados ayudándola a repararse las cosas ya iban mejor para la tacita, aunque todavía se sentía muy débil, el pegamento que le había puesto la taza ya estaba viejo y comenzaba a perder fuerza, y el que le ofrecía el cuchillo era muy fuerte y abrasivo, era para pegar metales, no porcelana. Así que la tacita se dio a la tarea de encontrar un mejor pegamento. Recordó que en la época en la que en la casa todavía usaban el juego de té al que pertenecía habían pegado varias asas y reparado despostilladas con una cola natural que iba muy bien para la porcelana. Así que se las ingenió para enviarle un mensaje a la cola para que viniera a ayudarla, y lo logró. La cola apareció gustosa de ayudar, no sólo reforzó las piezas ya unidas si no que encontró más y reacomodó algunas que estaban fuera de lugar. Lo más importante fue que recubrió la cuarteadura de su corazón que, al parecer, ya no iba a aguantar mucho tiempo más. ¡Bien, nuevos bríos para la tacita! Esto le dio fuerza para seguir con el trabajo de restauración de sí misma, intentando no pedir ya tanta ayuda, porque, seamos honestos, a nadie le gusta abusar de los demás.

Así pasó algún tiempo y la tacita, aunque visiblemente lastimada, ya podía moverse libremente por la vitrina, pretendiendo que ya era, de nuevo, una taza completa, aprovechando para, de vez en cuando, encontrar otra pieza faltante y encontrarle un lugarcito en la telaraña que era su frágil estructura. No podía hacer mucho al día, aún no lograba recuperar su forma completa, y trasladarse en busca de más piezas era una tarea pesada. Hasta que un buen día apareció un platito, y no un platito cualquiera, era el mismo que había hecho juego con ella antes, eran compañeros, pertenecían al mismo juego de té. ¡Compartían modelo, eran de la misma marca! La tacita estaba feliz, su compañero había regresado, después de un tiempo en el que se lo habían llevado a ese estante en la cocina donde guardaban los platos en uso. Hasta allá se había escuchado del terrible accidente de la tacita, pero el plato no volvía por eso, lo trajeron a la vitrina porque lo habían remplazado por platos de pastel de melamina que son mucho más duraderos que los de porcelana y además no tienen ese borde circular que él tenía, hecho exclusivamente para sostener a su tacita. Fuera cual fuera la razón, la tacita estaba feliz de recuperar a su compañero que, además de completarla, la sostenía, y eso era exactamente lo que ella necesitaba después de tan devastador accidente. Estaba tan feliz de tenerlo que la tacita se olvidó de seguir buscando piezas y de la taza blanca, el cuchillo y la cola. ¡Tenía su complemento y la fuerza para sostenerse, no necesitaba nada más!

Con lo que la tacita no contaba era que el platito, aunque de vuelta en el trinchero, todavía estaba en uso. Cuando llegaban visitas a la casa, muchas veces lo sacaban para cargar otras tazas o para sostener galletas o rebanadas de pastel, pero ella, estando en ese estado, ya no era útil. Cuando el platito no estaba, la tacita se quedaba sin fuerza para casi nada, él era lo que la sostenía. Poco a poco y cada vez más la tacita se fue dando cuenta de que no podía depender de su paltito para todo, que aún le faltaban piezas y que faltaba reacomodar las que tenía. Así que decidió seguirlo intentando, pero estaba ya muy pegada y tenía, tal vez, unas novecientos sesenta y siete pedacitos conformándola, muchos de ellos fuera de lugar y cubiertos con diferentes pegamentos. Rearmarse sería una labor muy difícil y dolorosa, a veces pensaba que no valía la pena ya que cuando el platito la sostenía no sentía ningún dolor y apenas y podía recordar el accidente. La tacita estaba en un laberinto, atrapada en un círculo vicioso, sin el platito apenas y podía sostenerse, y con él no sentía la necesidad de hacerlo.

Sabía que la única manera de volver a ser una taza completa de nuevo era rearmándose, sacando todas las piezas y volviéndolas a unir, ¡tenía que volver a romperse! Pero cómo, ¿cómo volver a pasar por ese dolor que ni siquiera había logrado sanar por completo?, ¿cómo arriesgarse a no poderse rearmar otra vez?, ¿y cómo perder al platito que tanto había esperado? Tenía que decidir, escoger entre ese dolor que vivía o el vacío, la duda, pero también la esperanza. Cada día la tacita se volvió más ausente, mirando hacia fuera de la vitrina, soñando, pensando. El platito seguía a su lado y la sostenía, sin entender lo que el pequeño y despostillado corazón de la tacita sentía, ni lo que su pequeño y desordenado cerebro pensaba. Ella sólo intentaba encontrar el valor para dejarlo, para arriesgarlo todo y volver a ser una taza completa o, al menos, una mejor de lo que era. No se sentía una taza de porcelana, era nada más novecientos sesenta y siete pedacitos de porcelana mal acomodados y sostenidos por un platito, al que amaba, casi más que a ella misma.

Un día como cualquier otro, sacaron al platito del trinchero, habían visitas. Pero, al hacerlo, dejaron la puerta de la vitrina entreabierta. El sol que entraba por la ventana chocaba contra el vidrio y creaba un intenso destello. Todos los habitantes de la vitrina se encontraban absorbidos por la hermosa luz, era un espectáculo nunca visto, había quienes aseguraban ver hasta el arcoiris. Ninguno podía quitar sus ojos de la impactante luz. La tacita sintió el calor que la llenaba, la luz que la inundaba y la hacía brillar, la completaba, y la hizo llorar. Entonces fue que decidió acercarse hasta el borde de la repisa y volar. Sintió el brillo que la cubría y el aire que la mecía entre el sueño de volver a ser y la sensación de ser verdaderamente feliz. Cerró los ojos y se escuchó, por primera vez lo escuchó, el sonido de una tacita rompiéndose en mil pedacitos y, después, el silencio, la suave caricia del viento y la nada…

marzo 02, 2005

Ella se llamaba América, ella se llamaba así

Hace ya diez años que conocí a América, en realidad fue en el verano del 95 –estamos cerca del aniversario. Teníamos sólo 18 años, yo acababa de regresar de mi experiencia de vivir sola en otro país y era una persona totalmente diferente, me gusta pensar en ese tiempo como mi etapa de gestación. Sola crecí, me convertí en lo que soy ahora, claro con 10 años menos. En fin, regresé a casa de mi madre, sin amigos y con el corazón roto, así fue como los conocí, a América y su banda, por un primo que estudiaba con ellos, él me llevó a mi primer "lenchazo", una reunión adolescente en casa de Lorenzo caracterizada por grandes cantidades de cerveza, marihuana y encuentros sexuales amistosos. Nos divertíamos, sin duda. Poco a poco me gané un lugarcito en la banda, ya conformada cuando yo llegué. Estaba Lencho, el de la casa, un verdadero ingeniero adicto a los deportes y baterista; Daniel, yugoslavo, el filósofo de la banda; Marcos "El Sub", un jovencito perdido intentando estudiar psicología pero atrapado en Ingeniería Petrolera; Laura, bastante más madura que el resto de nosotros; Fanny, una chica rosa y empalagosa, que estudiaba ingeniería pero sólo quería casarse y tener una papelería, por los listones de colores, claro; Manuel "El transmetal", mi primo, perdido y demasiado adicto; Marco "Anaya", esclavo sexual de América; América "La dama de las caguamas", una adorable mitómana, diosa del sexo con la risa más envidiable del planeta y el par de tetas más grandes también; y, por supuesto yo, perdida y sobria. Básicamente esa era la banda, con algunos elementos flotantes que iban y venían siempre dispuestos a beber, fumar, experimentar sexualmente, o las 3 juntas.

Nos juntábamos todos los días o al menos cuatro veces por semana, bebíamos, nos bañábamos en bolas, nos enamorábamos, compartíamos, nos peleábamos... y América siempre reía y cantaba, siempre que estaba borracha cantaba, de preferencia a José José, y lo hacía muy bien. Así transcurrió el primer año de nuestra amistad, hasta que las responsabilidades comenzaron a pesar. Poco a poco nos dimos cuenta que la Universidad exige demasiado de uno para poder hacer "lenchazos" todos los días, que nos enamorábamos de verdad para estar jugando a la orgía, y que ya no íbamos a ser tan niños siempre, pues, maduramos, creo.

Después vino la huelga en la UNAM, la izquierda y la derecha, la vida, y nos separamos, pero seguíamos estando juntos, en lo posible. América era la que menos cambió de todos, siempre dispuesta a ahogarse en alcohol y reirse a todo pulmón, a pesar de que su vida cada vez era más complicada y extraña para los demás. Cuando la conocimos venía saliendo del TEC, de la bancarrota y de una congestión alcohólica, se había mudado a casa de su abuela porque su mamá se iba a vivir a Guadalajara con su esposo y sus dos hijas pequeñas, su papá vivía con otra mujer y tres hijos más pequeños que América, que era hija única del matrimonio de sus padres. Como nota importante cabe mencionar que nunca ninguno de la banda entró a casa de América o conoció a alguien de su familia. Toda su historia estaba siempre rodeada de un gran misterio. Contaba muy poco sobre su vida y muy poco parecía cierto, sus papás se habían divorciado cuando ella era muy pequeña y anduvo errante de casa en casa entre los papás, tíos y la abuela, había lucahdo contra una adicción a la cocaína y varios problemas más.

Dos o tres años después de conocernos, en una de las llamadas más extrañas que he recibido en mi vida América me dijo, entre risas, que su papá había muerto, en un asalto, le dispararon y ella estaba con él. Al día siguiente ella presentó un exámen y sacó 10. Nunca hablamos del tema, salvo la vez que entre las dos nos tomamos más de una botella de tequila, un domingo, y ella lloró y escribió varias frases para su papá en el cuarto de azotea que yo llamaba mi "estudio". Ese verano se fue a España a dejar las cenizas de su papá, que era español, con sus medio hermanos paternos, allá su hermana adolescente, Emilia, decidió meterse a un convento para ser monja y América regresó completamente rapada de la cabeza, sin razón aparente, pero se veía bien.

Así, transcurrió el tiempo, yo me armé otra banda, ellos también y nos veíamos cada vez menos, pero estábamos en contacto. Después de nuestra época desenfrenada, yo ya me había titulado y tenía un trabajo donde me explotaban, Daniel estaba haciendo una maestría en Puebla y vivía con su señora, Lencho se tituló y empezó una maestría, "El Sub" había cambiado el apodo por "La Roca" y estudiaba, por fin, Psicología, y los demás seguían atrapados en la UNAM o habían huído como ratas a otras escuelas. América se quedó en la UNAM, hasta que un buen día, hace ya casi 4 años, me dijo que se iba a hacer una maestría a Canadá. Al principio esto no me sonó raro, pero después de hablarlo con algunos de la banda y pensarlo un poco, nos quedó claro que América no había terminado la carrera, ¿cómo podía hacer una maestría? Cuando se lo pregunté me dijo que sólo iba a ver la Universidad y a investigar, eso nos dejó bastante contentos a todos.

Antes de que se fuera América, Daniel nos invitó a su casa en Tonantzintla, Puebla, para despedirnos todos y conocer el nuevo hogar. El punto de reunión fue, como siempre, casa de Lencho, pero cuando estábamos todos ahí, nos avisaron que la tía de Daniel había muerto y que ya no podíamos ir a su casa, por lo que decidimos irnos a Cuernavaca a la cabaña de los suegros –hoy ex– de Abigail (Eréndira), cargamos dos Chevys con todos los instrumentos que encontramos –un bajo y su ampli, una batería, un teclado, un yembé, cencerros, triángulos, panderos y otros– y nos fuimos. Fumamos y bebimos mucho, mientras nos echábamos un gran palomazo en el que "La Roca" tocaba el teclado, Lencho la batería, el hombre del que estaba enamorada el yembé, yo el pandero, Eréndira las claves y América cantaba. Todo iba bien hasta que América perdió la compostura –como casi siempre–, se jaló la tanga hasta las axilas y cantó desesperadamente "Almohada" de José José y nos malviajó a todos. Después nos sentó en la mesa y nos contó su sueño: ella en un yate en Canadá rodeada de sus amigos y siendo una triunfadora, claro que ni Eréndira, ni el hombre del que yo estaba enamorada estaban ahí, lamentablemente tampoco la Roca, porque él sería el primero de nosotros en ¡morir!

A la semana siguiente le hicimos su despedida formal. "La Roca" puso su casa, América y yo cocinamos y cayó muy poca banda, la hermana de la Roca, su prima, Claudia, la mejor amiga de América –juntas, las tres fuimos conocidas en alguna época como los brazos–, "El Calvijas", Lencho, Eréndira, ese hombre que me traía obsesionada –y todavía lo hace– y su amigo Nat. Fue una despedida bastante gris, y así le dijimos adiós a América. Lo que nunca pensamos fue que no la volveríamos a ver.

Botella

Así es, hace ya casi cuatro años que el paradero de América es un misterio para todos, nadie sabe dónde está o qué hace. Cuando llamamos a su casa los familiares –que, por supuesto, no conocemos ni sabemos si son reales– no nos dan ninguna información, no contesta los mails, no existe en Google, nada. No hay nadie que la haya visto desde esa despedida. Cada vez se crean más rumores alrededor de su historia, en una reunión de Ingeniería en casa de Daniel, de los 10 o 15 asistentes, ninguno tomó nunca una clase con América, nadie compartió salón con ella durante la carrera, recuerdan verla en los pasillos o en la cafetería de Diseño, pero nada más. Claudia llegó a hablar con ella vía messenger los primeros meses, pero después, nada, silencio.

Ninguno recuerda exactamente cómo llegar a su casa, nadie sabe cómo se llaman sus papás o sus hermanos, o si en realidad existen. En este momento ya ni siquiera estamos seguros de si América existió o no. Antes de su desaparición total yo llegué a recibir mails de ella, uno o dos, en donde decía que todo estaba bien y pedía recetas de cocina. Cuando le escibí para preguntarle dónde estaba y confesarle que no le creía nada me mandó dos fotos, que son claramente montajes, y después de eso, nada.

Algunas teorías sobre su paredero son bastante interesantes, hay quienes dicen que su mitomanía se complicó a tal grado que está internada en un psiquiátrico, otros dicen que forma parte del clan Trevi-Andrade o que se dedica a la trata de blancas; "La Roca" asegura que conoció a un chile en la red y que se fue a seguirlo y le fue tan mal que le da pena volver; mi mamá cree que tal vez estaba embarazada y su familia la desapareció por pena; otros, como yo, creemos que se volvió loca y sigue viviendo en México, pero se esconde, lo cual se podría confirmar con las extrañas reacciones de su familia cuando llamas e intentas localizarla, siempre contestarán con un "no sé", "yo le digo que hablaste", nunca una respuesta directa sobre si está o no en el país.

Lencho dice que lo mejor para esta historia es que América nunca aparezca, así se convierte en leyenda, y, a veces, hasta yo pienso lo mismo.

RiverValley

Yo todavía creo que América existió y que la encontraremos, así que si alguien ha visto a esta mujer, por favor comuníquese urgentemente conmigo en este blog

Para muestra basta un botón

Esto ha sido lo que me ha mantenido a flote dentro de la maraña que ha sido mi vida estos últimos meses. Jugar, jugar y diseñar, de verdad, con el corazón, divirtiéndome. Soñarlo, imaginarlo, bocetarlo y, finalmente, hacerlo, jugando, con mis manos.

Sólo espero que este sueño sea lo suficientemente fuerte para convertirse en una realidad.

arana1arana2botonesliston1botonesrosa2pomponeshawaiiligaspasto1ligasnudos1tapitasgargantillacintametricaclosecintametricaanillogargantillafieltro2

marzo 01, 2005

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

CUARTO DE MARGARITA
MARGARITA (Sola junto a la rueca.)

Se disipó mi paz,
me pesa el corazón.
No encuentro la calma,
se perdió para siempre.

Desde que no lo tengo
estoy en una tumba,
todo el universo
lóbrego me parece.

Pobrecita cabeza,
estás enloqueciendo.
Pobrecitos sentidos,
os estáis extraviando.

Se disipó mi paz,
me pesa el corazón.
No encuentro mi calma,
se perdió para siempre.

Por la ventana miro
por si quiere volver.
Y si salgo a la calle
solamente es por él.

Sus elegantes pasos,
su gallarda figura,
su boca cuando ríe,
el poder de sus ojos,

y ese fluir mágico
de sus nobles palabras,
el roce de sus manos
y ante todo sus besos.

Se disipó mi paz,
me pesa el corazón.
No encuentro mi calma,
se perdió para siempre.

Mi único deseo
es encontrarlo al fin.
Si hasta él llegase
y pudiera abrazarlo,

y pudiera besarlo
tanto como deseo,
en el mar de sus besos
feliz me perdería.

Fragmento tomado de "La tragedia de Fausto" de Johann Wolf