julio 22, 2015

Bitácora para desdemonizar el edificio de la familia

Ahora la lista más difícil, la de recuerdos felices del edificio familiar. Esos que se me hunden en la nata gris y que los demonios de mi cabeza insisten en aniquilar:

-La casita de Lulú con el Snoopy en la pared.
-El cuarto de azotea donde instalé mi estudio. 
-Mi restirador, ese donde me sentí diseñadora por primera vez. 
-El mapamundi de mi cuarto. 
-Pintar mi cuarto.
-Pintar con plumón las puertas de mi cuarto.
-El cuarto oscuro.
-El taller de foto. 
-El curso de verano de fotografía.
-Los niños del curso comiendo lunch en la azotea.
-Rafa.
-Ere. 
-Fabiola besuqueándose con el Chewbaca. 
-Daniel. 
-Él y yo intentando torpemente perder nuestra virginidad.
-Las rodillas raspadas con la grava suelta del techo.
-La producción de grabados navideños con la riñona. 
-Saquear el minisúper. 
-Las historias de Gabino que me han hecho quererlo y extrañarlo a pesar de solo recordar sentarme en los asientos de auto en la banqueta. 
-Las piñatas de Toño. 
-El olor a engrudo.
-Las Pizzas Don. 
-El tapiz de playa y palmeras de la pizzería. 
-La pollería del primo.
-Hacer fila en los pollos al carbón de los primos para atraer clientes.
-Pintar el pollo mascota en la pared. 
-El olor de los pollos en el barril. 
-La salsa de la tía. 
-Take y Stephanie de visita.
-Take comiendo tacos al pastor. 
-América. 
-América borracha. 
-Las noches de ocio donde montábamos coreografías. 
-La fiesta de tres días con la manada. 
-Magali. 
-Loren. 
-Marcos.
-Kaka. 
-Las noches de póker con el primo, mi mamá y mi hermano.
-El puntitas gateando en las escaleras. 
-Luis hablando inglés: “De preshius car an de tuiti an de jaf”.
-Las tareas de toda la noche. 
-Kaka llorando porque tenía sueño.
-Jugar al tullido. 
-La peda de anís. 
-La Rata. 
-Las pijamadas con las sobrinas. 
-Pau pateándome en sueños. 
-Prepararles huevo con jamón y queso a las sobrinas. 
-Alexia tortuga. 
-La vez que nos disfrazamos para Halloween con la manada. 
-Mi primer beso con E en el coche. 
-La vez que D se perdió porque no estaba estacionado el vocho azul en la esquina. 
-Besarnos en la vorcholata. 
-Mi cassette de Nishimura Yukie. 
-El cassette de la banda de J con la canción que me escribió. 
-Los poemas de R. 
-El día que me fui a USM y lloré sin parar abrazada de mi mamá. 
-Robarnos el cocodrilo con Magali para ir de antro. 
-La vez que llegué tan borracha que vomité y mi hermano me ayudó a limpiarlo. 
-Las madrugadas estudiando sentada en el piso del baño. 
-Ver los sanfermines los tres en la cama de mi mamá. 
-Mi primer faje. 
-Fajar en la escalera con D. 
-Fajar en el coche con E. 
-E levantándome en brazos cuando volví de viaje. 
-El día que me fui a vivir sola y me vestí de blanco para que mi mamá pudiera decir que su hija se fue de blanco. 
-“Tejedoras de la palabra”.
-La tía Ange preguntándole a América cómo se llamaba sólo para decirle que ella era virgen, que había tenido siete hijos pero que con la edad “se le había hecho así”.
-La riñona comiendo diario a cambio de regresarme a casa de la universidad. 
-Paola pasando por mí en las mañanas para ir juntas a la prepa. 
-La riñona llamando y colgando como “clave” para avisar que ya salía por mí. 
-Hacerle clave a Kaka después de recibir la clave de la riñona. 
-El día que notamos que siempre que nos besábamos estaba lloviendo y le pregunté “¿qué vamos a hacer cuando terminen las lluvias?” y él dijo “nosotros haremos llover”.
-Enamorarme de E.
-Enamorarme de D. 
-La combi de R. 
-Las pintas en la pared del cuartito.
-Las banderillas ensangrentadas que mi hermano me regaló cuando fuimos con J y Stephanie a la plaza de toros.
-Disfrazar a Loren y Marcos de mujer. 
-La guerra de agua con América. 
-Los XV años del hermano. 
-La abuela diciéndo que todas en esta familia somos unas lamidas, pero tenemos con qué. 
-La abuela cargando a Mateo.
-La semana de amor en el lecho de muerte de mi tía. 
-Leerle a mi tía. 
-La vez que mi tío me obligó a ayudar con la curación y pude darle todo mi amor. 
-La vez que comí space cake y no podía subir las escaleras. 
-La sesión fotográfica con la sobrina. 
-Las noches al teléfono con E. 
-Pintarme el pelo con acuarelas. 
-El primer estéreo con reproductor de CD. 
-Cuando cambié todos mis CDs de pop en español por el And Justice for All de Metallica. 
-Escribir poesía de madrugada.
-Cuando el vecino se encontró a los Caifanes abajo. 
-Escaparme para ir a casa de J. 
-Aprender a cachar la bola con la cesta de Jai Alai. 
-Mi primer computadora.
-Los zip disks. 
-El mes de estudio para el examen de admisión de la UAM.
-Ir a los aerobics al club de viejitas.
-Acurrucarnos en el sillón azul. 
-La Rata desvelándose con nosotros mientras hacíamos tarea. 
-El día que esa prima me dejó el recado extraño para ir a hacer un diseño a las seis de la mañana que me cambiaría la vida para siempre. 
-El nacimiento de arre. 
-El nacimiento de mi manada. 
-Las plantas de mi mamá. 
-Sembrar el árbol con las sobrinas. 
-El árbol de Navidad de nochebuenas. 
-Las Coca-Colas caducas que sabían a canela. 
-Disfrazarnos para las sesiones de fotos de la escuela. 

julio 21, 2015

Bitácora de los recuerdos de la casa de mis abuelos

Me pidieron que hiciera una bitácora de los mejores recuerdos de casa de mis abuelos para honrarla y despedirme. Hace mucho que dejé de hacer bitácoras, eso de recortar fotos y pegar estampitas no es lo mío. Lo mío es imaginar, recordar, enredarme en mis pensamientos y enlistar. 

Así que aquí está la bitácora desordenada de los recuerdos felices que me llevo, adiós a la casa de Vértiz donde pasé lo que llevo de vida:

-El tablón entre las patas de la mesa donde me sentaba a imaginar. 
-La jardinera donde crecían selvas y vivían tortugas. 
-La pileta donde nadaba. 
-El barandal, ese en el que te hacías grande. Primero en pocos escalones de pancita, después desde arriba, más adelante sentada y, al final, sin manos, a la velocidad de un cohete. 
-El costurero al que se entraba a través de la puerta en desuso de la chimenea y que albergaba un mundo imaginario lleno de sombreros y cachivaches. 
-El patio donde corrían los pollitos del día del niño. 
-Las comidas solo los niños en la mesa de la cocina. 
-La Falconiada. 
-La cocina verde seco. 
-Las comidas familiares. 
-Mis primos. 
-Mis tíos. 
-Mis sobrinos. 
-Mi hermano. 
-El tendedero donde jugábamos con lodo. 
-La regadera a presión de agua helada.
-Saltar del segundo piso al sillón de la televisión. 
-Luis Miguel rompiendo y cargando la puerta de la cocina en la espalda como el Pípila. 
-Usar el pilar para jugar resorte. 
-Sentarse bajo la escalera. 
-El rompope con Coca-Cola batido en las copas azules de la abuela. 
-El juguetero y todos sus tesoros. 
-Recostarse en el piso frío. 
-El árbol de Navidad gigante. 
-Las comidas de los jueves con el uniforme puesto. 
-Cuando la abuela tiró su vaso y Pau, de dos años, le dijo “Qué pendeja la abuelita".
-El cuarto de juegos con las sobrinas. 
-La máquina de escribir en el despacho del abuelo. 
-Los baños de tina. 
-Las hamacas en el garage. 
-La venta de garage en el jardín. 
-La sopa de pasta con crema y queso de Chiapas. 
-Esconder las Chaparritas de piña entre las vajillas de mi abuela. 
-El galletero de vaca. 
-Escalar la escalera por el lado angosto. 
-La fiesta de cumpleaños a la que fue mi hermana y montamos coreografías.
-Saltar del armario a la cama en el cuarto de visitas. 
-El reloj cucú de la cocina. 
-Ver Chabelo con Pau a los pies de la cama de la abuela. 
-Jugar con las Barbies en el bidet imaginando que era una alberca con fuente. 
-La fiesta 30 de la mongola. 
-Los besos con la piñata y E. 
-Diseñar Tuvalú.
-Brincar en el tombling. 
-Las bodas de plata de Lulú y Luis con música de banda. 
-Cuando mi mamá descubrió que Ale estaba embarazada de Alexia. 
-Las fotos debajo de los vidrios. 
-Saltar del techo de la casa al edificio. 
-La varicela. 
-La historia de Dan dormido en la gelatina en Año Nuevo. 
-La primer alacranada. 
-La segunda alacranada. 
-Sonido Apokalitzin. 
-Correr en contra del viento. 
-El reposet de mascotita roja. 
-Apagar la luz del baño desde afuera. 
-R dibujando un pene en mi mano.  
-Los clósets de blancos bajo llave. 
-Las llaves de las habitaciones. 
-Liza, la doberman enano.
-Los platos botaneros de acero inoxidable de colores en forma de concha. 
-Jugar Continental con mis primos. 
-Los triángulos de crema Bonafina. 
-La mesa de melamina con orilla de metal redondeada. 
-Las sillas verdes de hule.
-Las tortugas en la pileta.
-El tío Nandis malcopeando. 
-La botella de Cognac en Año Nuevo. 
-Polito en su smoking. 
-Practicar besos con el pilar. 
-Las comidas en la mesa grande. 
-La bugambilia. 
-La palmera. 
-El vestido de mi primera comunión. 
-La tía Cuquita.
-Los huevos de chocolate. 
-Las lagrimitas. 
-Los cigarros de chocolate.
-Los rombos de la pared de la chimenea. 
-Pintarle el pelo a las Barbies con el Fancy-Full de la abuela. 
-Las revistas del abuelo. 
-Cruzar del tendedero al balcón de la recámara por la orilla de la barda. 
-El libro de arquitectura lleno de planos. 
-El librero y sus secretos. 
-“El tesoro del saber".
-El gris ostión. 
-El globo morado pegado al reflector del techo del hall. 
-Prender la chimenea. 
-El candil. 
-El arroz con leche de la abuela.


julio 20, 2015

De despedidas y recuerdos

El día está por llegar.

Hace 2 años murió mi abuela, la última. Con su muerte se terminó una época y se abrió una puerta por donde pasaron todos mis demonios, mis peores miedos vinieron y me mordisquearon por meses. Para cerrar esa puerta decidí que tenía que deshacerme del lugar en donde estaba ese portal, así que reuní a mi familia y pedí que nos uniéramos para vender esa propiedad que con la muerte de mi abuela habíamos heredado. 

Un año y medio después termina esta empresa, nos despedimos, al fin, de ese lugar en el que yo decidí guardar a mis demonios. 

Ahora que el final llega, descubro que ese lugar no solo es el portal de donde salieron mis demonios, es un lugar lleno de recuerdos que me han forjado. 

Mis abuelos construyeron esa propiedad hace ya 60 años; con su trabajo pagaron cada metro, cada piedra, cada vidrio. Mi madre y sus hermanas crecieron en ella, mi abuelo murió ahí y ahí fue velado, ahí se casaron algunos, se graduaron otros, bailaron su vals algunas más, en fin, ahí vivimos y crecimos en familia. 

Mi subconsciente decidió dividir la propiedad en dos: la casa de mis abuelos, llena de amor y felicidad; y el edificio de la familia, lleno de demonios y rencores. 

En el ejercicio de despedirme pensé en enumerar los recuerdos felices de la casa de mis abuelos, pero mientras rascaba en mi cabeza fui descubriendo que todos esos demonios que invadían el edifico familiar habitan realmente en mi cabeza y que él también guarda recuerdos felices, cubiertos por esa sombra densa que no me dejaba verlos. 

Cada vez que lograba llegar a un recuerdo feliz, algo en mi mente lo cubría y lo ensuciaba. Si pensaba en aquel cuarto de azotea que convertí en mi estudio, llegaba el recuerdo de la tía loca que murió desangrada tras tropezar y golpearse la cabeza; si pensaba en las noches en vela con los compañeros de la universidad, aparecía mi fantasma destruyéndolo todo. 

Llegué a pensar que cuando demolieran ese lugar me liberaría al fin de los demonios y no sentiría más que felicidad. 

Pero hoy, he decidido no dejar que la sombra de esos demonios que se alimentan de mi imaginación me roben mis recuerdos y me impidan despedirme de ese lugar donde crecí con toda la tristeza que esa historia se merece. 

Adiós a la casa de mis abuelos donde escondí las Chaparritas de piña e hice mi primer venta de garage. Adiós a ese edificio donde forjé mis mejores amistades y me convertí en este adulto que hoy soy. 

Y gracias por siempre a ese abuelo que decidió amarnos y darnos este regalo que seguirá acompañándonos a donde sea que vayamos.