junio 21, 2010

Placer culpable #68

En la radio me topé con esta canción y parece que la escribí yo, lo malo es que la canta Thalía:

Porque siempre estuve equivocada
Y no lo quise ver
Porque yo por ti la vida daba
Porque todo lo que empieza acaba

Porque nunca tuve más razones para estar sin él
Porque cuesta tomar decisiones
Porque se que va a doler
Y hoy pude entender
Que a esta mujer
Siempre la hiciste inmensamente triste

junio 14, 2010

cuando los amigos caducan

Al parecer, ahora me entero que los amigos tienen fecha de vencimiento, que se ponen rancios, correosos, que les salen hongos y hasta pueden pudrirse. Eso sucede ante la emoción de las amistades nuevas, esas llenas de novedad, de frescura... ¿Quién quiere comerse un fruto viejo del frutero si puede comerse una manzana jugosa, brillante, firme, recién aceitada en el supermercado?

Esas amistades nuevas están llenas de posibilidades, con ellas podemos ser lo que siempre hemos querido ser, cambiar, esconder nuestros defectos (o guardarlos para cuando ya nos amen hasta el tuétano y no puedan más que aceptarlos). Con los amigos nuevos uno nunca está de mal humor, ni está cansado, ni apático, ni aburrido, ni es intolerante, con ellos podemos escuchar por horas sus problemas sin sentir que nos cargan con culpas, para el amigo nuevo uno siempre tiene una sonrisa, un gesto cariñoso, uno es el más simpático, el más divertido, el más sociable, el más amable, el siempre dispuesto, la mejor compañía, el mejor escucha, simplemente, el mejor amigo. Cuando encontramos un amigo nuevo, nos dejamos llevar por la emoción de poder ser siempre aceptados, siempre queridos, con un amigo nuevo no hay pleitos, no hay malas caras, no hay malos humores, uno es la perfección hecha amigo.

Es muy fácil deshechar a los amigos caducos cuando uno encuentra esos nuevos "amigos" que estamos seguros que sobrapasaran todas las pruebas del tiempo y estarán con nosotros en los mejores y los peores momentos de nuestra vida, que sobrevivirán conocernos de verda, con nuestros malos humores y demonios, que nada los alejará de nuestro lado. Cuando uno encuentra esto ¿quién se acuerda de los amigos que nos hacen jetas y nos criticab? que pelean con nostros, que no siempre están de humor para salir, esos que nos han contado la misma historia un millón de veces, esos con los que ya no tenemos nada nuevo que platicar, que son terriblemente familares y a los que no les tenemos paciencia, ni respeto alguno... Ya estuvo ¿no? ¡Qué hueva! Preferimos estar solos a volver a salir con esos amigos rancios, a menos de que el aburrimiento o la soledad sea tal que no quede otra opción. Pero ¡ah! qué frescura cuando aparece el nuevo amigo, qué energía, qué buen humor, cuántas historias nuevas, ¡qué felicidad!

Es tan lindo ser aceptado y querido, que olvidamos que ese amigo tal vez no pueda soportar nuestros defectos, o nosotros los suyos, que puede ser falsa o buscar algo, que tal vez, simplmente, esa amistad no pase las pruebas del tiempo y nos volcamos por completo en sus manos, lo metemos a nuestras vidas, le damos todo, lo queremos hasta la muerte y tiramos a un lado a los otros, esos que sí soportan nuestros defectos, que no son falsos ni buscan nada de nosotros, esos que han estado ahí en las malas y en las buenas, esos que eran nuestros amigos y tuvimos que hacer a un lado para poder enfocar nuestra energía en esta nueva relación tan maravillosa y llena de futuro, y que, tal vez, algún día también caduque.

Cuando nos encandilamos con lo nuevo olvidamos que la amistad requiere de mucho trabajo, así como la relación de pareja, la laboral o la familiar. Tendemos a dar por sentado lo que tenemos y preferimos no pensar que si uno no trabaja esas amistades, se ponen rancias, correosas, les salen hongos y hasta pueden pudrirse, y con el tiempo morir.