marzo 11, 2009

Corazón de pollo

A veces veo en Animal Planet los rescates de la ASPCA y me ahogo entre lágrimas, mientras recuerdo a mi papá diciendo "No se por qué ven eso si siempre acaban llorando". Lo veo porque al menos algunos animales logran salvarse, curarse, encontrar un hogar y ser felices. Pero igual me duele que exista gente que los lastime y que las leyes no sean lo suficientemente duras. Así como no lo son con la gente que tira los árboles sólo porque "le tapan su letrero" o porque "por ahí se pueden meter los ladrones". También por los árboles, a veces, lloro.

Otras veces veo en las noticias a la banda de secuestadores que acaban de atrapar, y veo al encargado de manejar el auto que dice que "este es su primer secuestro" y que "antes era cargador de la Central", y me da una sensación de infinita triteza, me da tanta lástima pensar que, tal vez, alguien le ofreció una oportunidad de salir del hoyo, de mejorar su vida (destruyendo otra), y por un momento me pongo en sus zapatos y hasta lo comprendo, lo compadezco y no estoy segura si yo no hubiera hecho lo mismos en su lugar. Y no puedo evitar llorar por él también.

Algunas otras veces, en la calles veo a los policías de tránsito, tristes, siendo ignorados y hasta ofendidos por los automovilistas, y me siento tan mal por ellos, por las pocas oportunidades que pudieron haber tenido, por haberse vistos casi forzados a escoger esa carrera y por saber que algún día (si no es que ya) se dejarán devorar por el poco poder que les da su uniforme y golpearán a macanazos a algún soñador que quiere un mundo diferente, o violarán a una mujer.

Inclusive a veces, veo a Mickey Rourke rearmando su vida, levantándose, con las cicatrices de su vida aún visibles, y siento hasta que lo quiero, me rompe el corazón ver a un hombre que logró casi autodestruirse con soberbia y excesos. Siempre me ha hecho llorar ver a cualquier ser humano que se pierde a sí mismo y es devorado por sus adicciones.

Me duele la maldad, el odio, la ignorancia, la insensibilidad, la soberbia, el egoísmo, la impotencia... Me duelen tantas cosas de este mundo que, a veces, se me olvida que también hay cosas lindas en él. Y lloro.

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