noviembre 14, 2009

La Fiesta

Hay eventos insignificantes que me generan muchísimo miedo, ir a casa de mi papá, llamar a mi hermana, toparme a ciertas personas, ir a una fiesta.

Hoy, después de 5 años decidí ir de nuevo a esa fiesta que fue el último momento en el que tuve a esa manada que perdí y que todavía me duele tanto.

Hoy, después de despertar de mi pesadilla del día, soñé con remplazar ese recuerdo con uno nuevo, actual, lleno de sonrisas. Soñé con una nueva manada y con esa Reja que tanto extraño. Pasé el día entero cosiendo mi vestido en la maquinita de coser portátil e intenté sobreponerme al miedo.

Ahora me entero de que el amigo promesa no asistrirá, ni la amiga recuperada (con quien rompí algo hace 5 años), ni el amigo fiestero y su esposa. Sólo la Monga sigue ahí, al pie del cañón, aun cuando no quiere ir, aun cuando odia disfrazarse, aun cuando me ve todos los días y le doy tanta hueva. Ella es la que me regresó el valor para enfrentarme a mis miedos (aun sin saberlo).

Ahora, con taquicardia, me dispongo a prepararme, a ponerme mi disfraz de Pucca e ir a esa fiesta que está tan llena de significados que quisiera poder dejar atrás. Me alisto a sanar otro poquito las heridas que aún sangran entre esa hermanita que tanto quise y yo.

Ya veremos en qué acaba esto...

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