agosto 13, 2012

Llorar sobre el llorado

Hay personas que no aguantan el dolor de una pérdida, los asfixia el vacío y se rodean de ruido para no sentir, para no pensar. Salen de una relación y se abalanzan casi inmediatamente a otra, aún con el dolor fresco, aún amando, aún llorando. Ahogan su llanto con sonrisas generadas por otros, las obligan a desaparece mientras se atragantan con ilusiones de un nuevo amor; y todas esas lágrimas que se tragaron los van humedeciendo por dentro, llenándolos de un moho emocional, pudriéndolos.

Cada relación que termina y se empalma con la siguiente crea una capa cada vez más gruesa de humedad y putrefacción. Están bloqueados, tapados por tanto moho, sonrientes, pero podridos por dentro, necesitados de olvido.

Es por esto que no confío en la gente que empalma relaciones, esa que deja a uno para empezar con otro, o esa que sigue fielmente la filosofía de "un clavo saca otro clavo". Yo creo que cada relación merece un tiempo de luto, de lágrimas, de olvido. Limpiarse por dentro hasta quedar libre de humedad, secar el corazón un poco.

¿Yo? Yo soy de esas que lloran hasta secarse y volverse piedra.

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