marzo 16, 2010

Penas ajenas de fin de semana

La gente no tiene vergüenza, me cae.

Tan sólo este sábado tuve que ser testigo de la decadencia de dos mujeres de edad respetable, tratando de pasar desapercibidas entre la manada juvenil, pero sin mucho éxito.

Primero, fuí a comer al consagrado Toks con mi abuela de 90 años –que no come nada más que consomé ranchero de Toks–, entre las hordas de puentistas desesperados por ser merecedores a un boot en tan prestigiada cafetería estaba una señora, de unos 55-60 años, con el recuerdo de una juventud de belleza, cara muy linda y un cuerpo semi aceptable para su edad, acompañada de galán del tipo Mauricio Garcés. La susodicha dama llevaba leggings negros con "vidriantitos" en los tobillos y una blusa corta, dejando sus lonjas colgar entre esta y los leggings, además de lucir su celulitis tamaño caguama a través de la delgada tela de los leggings. El espectáculo era tan triste que tuve que aguantarme las ganas de gritar: ¡Los leggings NO son pantalones gente!

Después de sobrepasar este susto (y compartir su foto con la Twittiza) me arreglé para asistir a una fiesta en el Moon Bar que decían era de Rock 101 –La estación, pensé yo, error, la página de fans. En esta se encontraba una cuarentona con vestidito de licra, espalda descubierta y gran escote, sin brassiere ¡claro! Un espectáculo por demás desagradable, pero divertido a la vez, ya que me mantuvo toda la noche a la caza del pezón coqueto que de vez en vez asomaba su oscura aureola mientras ella intentaba seducir a un adolescente gay, en la más pura decadencia –Definitivamente a su generación no la programaron con un gay-dar. Al menos yo logré foto paparazzi y un claro avistamiento del nipple en cuestión.

¡Qué sería de mí, sin esas valientes mujeres!



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