enero 12, 2009

cold heart biatch

Cada año que pasa me vuelvo mejor en las artes de autocrionizarme, ese método en el que se mantiene un órgano a muuuuuy bajas temperaturas para revivirlo en algun momento. Yo soy una experta congelando mi corazón, siempre ha sido mi método de supervivencia, y cada día lo hago mejor, más rápido y más intenso. Ahora ya no siento nada, puedo pasar horas sin pensar ni sentir absolutamente nada.

Cuando sufro una herida lo primero que hago es congelarla, sin siquiera lavarla, entumecerla hasta no sentirla y, así, olvidar que existe. Talvez no sea lo óptimo, no sentir el dolor no quiere decir que la herida haya sanado, pero si es mucho mejor que otras que por el contrario, tienen una herida y deciden mantenerla abierta por años, supurando, infectada, maloliente. Buscan cualquier pretexto para reabrirla, cuando empiezan a olvidarse de ella, leen blogs, ven fotos, releen cartas, discuten el tema, lo que sea para mantener la herida abierta, doliendo. Lo más triste es que cada vez que la reabren la piel se va muriendo, convirtiéndose en una fístula que lo infecta todo, que les consume gran parte de su vida.

Hoy hace un año que perdí a un amigo a causa de una fístula. A lo que sólo me queda intensificar mi poder de crionización sentimental y olvidarlo.

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