noviembre 13, 2008

el fantasma de la Narvarte

Con los ojos hinchados, las lágrimas aguantadas, cansada y con el corazón arrugado caminaba a mi casa, pero antes pasé a comprar cigarros y por primera vez la chica del Seven me saludó, me preguntó cómo estaba y me chuleó mi saco de Agatha Ruiz de la Prada. Después pasé frente al local de la ñorita que cose, Marina, y me saludaron con sonrisas. Se siente bien pertenecer a un barrio, que la gente te conozca y te salude, ganarte la sonrisa de la gente a tu paso.

Tal vez para algunos yo sea un fantasma, pero hoy me di cuenta de que eso ¡me hace feliz!

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