marzo 27, 2006

madres

Últimamente he estado viviendo alrededor de la maternidad y esos conflictos que trae. No es que yo o alguien cercano esté embarazado ¡Nooooo! Es porque me he topado con demasiados hijos, esos que "crecen", pero en realidad pareciera que siguen usando un pañal.

Esto me ha hecho pensar, darle vueltas al asunto y tratar de entender esa difícil relación madre-hijo que es, obviamente, casi imposible de romper y, aparentemente, aún más imposible de mover, cambiar, evolucinar. Al nacer uno crea un lazo inquebrantable con ese ser con el que fuimos simbióticos. Sí, sí, nos alimentamos de su cuerpo durante 9 meses, lo sé, eso no es cualquier cosa, nos dió el 50% de nuestros genes, somos medio a su imagen y semejanza –casi como dirían las sagradas escrituras católicas, románicas y apostólicas. Además de eso, nos alimentó, nos vistió, nos enseñó a hablar, a comer, a vestir, a ir al baño ¡por dios! ¡Nos lo dió todo! ¡Todo! Nos cuidó en las noches en las que estábamos enfermos, nos abrazó cuando teníamos frío, estuvo ahí en nuestros primeros logros, los primeros pasos, el primer día de escuela, la primer caida, el primer fracaso... Sí, fue nuestro mundo mucho tiempo, eso lo sé, pero llega un punto en la vida de cualquier ser humano –animal antes que nada– en el que tiene que decidir su alimentación, su vestido, su lenguaje, su vida, sin esperar aprobación o pedir permiso a ese ser omnisciente, todopoderoso, dueño de su existencia. ¡Llega un momento en el que uno tiene que madurar! Aceptarse adulto, libre y tomar toda esa enseñanza y forjarse un camino propio. Es el ciclo de la vida y es NATURAL.

Pero, aparentemente, llegar a tomar esa decisión es destrozarle la vida a esa pobre y abnegada mujer que dió su vida por nosotros, que dejó de trabajar, de salir, de divertirse, de tener una vida por nosotros. Mi pregunta ahora es ¿alguien se lo pidió? ¿en qué momento nosotros somos culpables de sus decisiones? ¿quién le impidió crecer como ser humano independiente y enfocar su vida entera a ser MADRE? ¿Fuimos nosotros? ¿cuándo, cómo? Según recuerdo, eramos demasiado pequeños e indefensos para hacer una petición semejante, para tomar esa clase de decisiones. Pues no, esas decisiones fueron hechas por un adulto, libre y consciente de su ser. Esas MADRES olvidaron que la mujer es muchas cosas más además de las dadoras de vida-protectoras-guardianes de esos hijos y eso no es nuestra culpa. En su sublimación, en esa embriaguez de sentirse dioses, se olvidaron que la maternidad es un goze temporal, un "trabajo" del cual algún día serás jubilado. No puedes esperar decidir toda tu vida por otra persona, ¿qué clase de madre sueña con criar un hijo que no puede crecer? Muchas, en el fondo muchas MADRES esperan que esos hijos a los que les dedican todo su tiempo, amor y cuidados, a los que les han dado las armas para ser adultos independientes, fuertes, triunfadores, sean en realidad adultos inmaduros, asustados, dependientes, que no puedan separarse de sus faldas. Estas MADRES sufren de una especie de síndrome de Munchhausen por aproximación, una disonancia cognitiva, un delirio de dioses católicos que todo lo ven y todo lo castigan, quieren tener adultos que emocionalmente tengan 5 años, que necesiten que les den de comer y les cambien el pañal, y teman el día en el que fallen.

Y pobre del adulto aquel que decida hacer una familia aparte, que busque otra mujer que lo abrace, lo alimente, lo cuide cuando esté enfermo, lo ayude a crecer. Eso es un acontecimiento imperdonable ¿Cómo otra mujer va a ser quien lo abrace por las noches? ¡Maldita sea esa mujer que no lo vió crecer! Esas MADRES olvidan que el crecimeinto no empieza y termina con ellas, uno crece más allá de la familia, mucho más. Todos somos lo que nos ha hecho la vida, no nuetsras familias, mucho menos nuestras madres. Ellas dan la base, los cimientos y de ahí cada quien crece como quiere, alimentándose de las personas que pasan por sus vidas, y la pareja es una de las más importantes, es ese otro ser con el que formamos una relación "simbiótica" sentimental, un compromiso consciente de crecer juntos, abrazarse en las noches, alimentarse, cuidarse cuando estén enfermos, festejarse los logros y apoyarse en los fracasos. Pero para una MADRE este es el fin, el dolor más grande, el rechazo total, porque temen, en el fondo, que los adultos inmaduros que criaron van en busca de otra MADRE que los resguarde, desconfían de ellos, no los criaron para ser libres, los criaron para vivir debajo de sus faldas porque sin ellos no son nada, no son nadie.

Este es un momento decisivo en la vida de cualquier adulto, aprender a ser independiente y a crear una nueva vida, en la que la MADRE siempre tendrá su lugar, como la mujer aquella que fue todo en la vida y que dió la base para nuestra formación, pero que ahora está jubilada de sus obligaciones, a la que no le debemos nada –en el sentido de tener que pagarle por sus servicios con nuestra eterna devoción– y que ahora es uno de los nuestros, otro adulto con el que tendremos que llevar una relación de cariño y respeto mutuo, en la que no necesitamos de su aprobación para vivir nuestras vidas.

Hay que saber decirle adiós al niñito asustado que tenemos en un rincón de nuestra mente, dejar los lastres y aceptar que todo el amor que tenemos por nuestra madre no es igual a devoción eterna y agradecimiento constante por sus noches de insomnio. Que en el momento que decidamos madurar y crearnos una vida propia, no necesitamos pedir su permiso para salir, para hacer o deshacer, para amar o no, para vivir o morir. Hay que aprender a darle nuevos lugares a las personas en nuestra vida, dejando el trono de la MADRE libre para poder coronar a alguien más como el más importante en tu vida, ya sea tu pareja, tu perro o tu vecino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sin palabras... muy bueno. sin ofender a nadie, en un tono medido pero directo. coincido y me gusta como lo expresaste.... un beso