Cada día que pasa se siente más miedo, la ciudad se siente más vacía, más perdida, más desolada. Y yo igual que la ciudad, cada día siento más miedo y me siento más sola.
Saber que no hay quien me abrace en la noche me recuerda lo sola que estoy. Y la idea de vivir el ataque de un virus asesino desconocido y tener que pasar una cuarentena sola me genera dolor estomacal y despierta a la Susanita que hay en mi.
En el cerco saniatrio, asustada y confundida, lo único que pienso es en cuánto me gustaría tener alguien que me ame y que me mienta y me diga que todo va a estar bien.
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