Odio a ese amigo que volvió a México en enero y no lo he visto mas que dos veces porque se fue a vivir al quinto infierno y si no es su plan, no hay plan.
Odio a ese amigo que se quedó sin huevos y nunca más me dió la cara.
Odio a ese amigo que es un perro egoísta que sólo aparece cuando quiere un favor y no le parece lo suficientemente importante nuestra amistad como para avisar que se casa y esperar que estemos con él aunque sea en un registro civil con cava en la champa.
Odio a esa amiga que nunca llama, ni me desbloquea del messenger.
Odio a esa amiga que, en su afán de protegerse y tal vez sin darse cuenta, cada vez levanta un muro más alto que hace muy cansado intentar brincarlo.
Odio a ese amigo que nunca invita a las fiestas, me cuestiona sobre el dinero y deja sucia la cocina.
Odio a ese amigo que se va a casar y va a dejar de invitarme a las fiestas decadentes que tanta falta me hacen.
Odio a mis amigos porque cambian, se mudan, se enojan, desaparecen, se cierran, pero más porque no puedo dejar de extrañarlos.
junio 06, 2009
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