Había una vez una chica sonriente que tenía una manada, una casita con pisos de madera y un sillón rojo, amor, una familia feliz, éxito, fiesta y un sueño.
Un día despertó y se dió cuenta que esa vida que creía tener no era suya, que no tenía manada, vivía en un lugar que detestaba, tenía una familia rota, no tenía dinero, ni amor, ni fietas, ni sueños, y que hacía mucho tiempo que no sonreía.
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